jueves, 17 de junio de 2021

EL SEXO ES BELLO EN 'ERÓTIKA'


 

. Eros de enero a diciembre

Autor: Colectivo Tresviernes

Ediciones del Genal (Promotora Cultural Malagueña), número 1 de la colección California.

1ª edición: octubre de 2020

ISBN: 978-84-18453-07-6 

PVP: 14 euros

156 páginas

 


De manera totalmente casual hace poco cayó en mis manos uno de esos sobrecillos de azúcar tan llenos de filosofía que se ven hoy día en las cafeterías. Contenía una cita, al parecer, de John Lennon en la que el exBeatle asesinado lamentaba que la violencia formaba parte de nuestras vidas cotidianas con todo descaro y visibilidad, mientras que para hacer el amor había que esconderse. Y no es que uno comparta totalmente esta opinión, dado que considero que la actividad amatoria requiere una cierta intimidad para mejor disfrutarla, incluso en una orgía, como un pequeño secreto compartido en un estrechísimo círculo, pero sí que existe una espesa la sombra de culpa en todo lo que se refiere a la coyunda.


Pero no siempre fue así. Si repasamos un poco la lírica castellana medieval, comprobaremos el alto contenido erótico de gran parte de las producciones de la época, coronadas por el Libro de Buen Amor, de Juan Ruiz, por no hablar de La Celestina, de Fernando de Rojas, todo ello bajo la influencia de la literatura erótica oriental que llegó a la península gracias a obras como Las mil y una noches, Calila y Dimna y, por supuesto, El collar de la paloma, de Ibn Hazn, que fue el manantial donde bebió el Arcipreste de Hita. También en los monjes goliardos, pero no es momento ahora de detenernos en este punto.

Incluso un cantar de gesta tan sobrio como el del Mio Cid no excluye las escenas eróticas, según se puede comprobar en este pasaje, situado en la afrenta que los infantes de Carrión infligieron a doña Elvira y doña Sol, hijas de Rodrigo Díaz:

«Fallaron un vergel          con una linpia fuent,                      

mandan fincar la tienda          ifantes de Carrión,                   

con quantos que ellos traen          í iazen essa noch,            

con sus mugieres en braços       demuéstranles amor,                   

¡mal ge lo cunplieron          quando salié el sol!».                   

(vv. 2700-2704)        

Es decir, buscaron un lugar agradable, el famoso locus amoenus medieval, con vergel y limpia fuente incluidos, para mejor solazarse con sus mujeres antes de cometer su felonía, lo que a la postre les acarrearía la venganza del Campeador. Eros y Tánatos del bracete, ya lo dijo el viejo Sigmund, pero mucho antes que él el anónimo juglar (o juglares) que escribió (o escribieron) el Poema de Mio Cid en el siglo XII.



Y no solo en la lírica castellana: un motivo como la peste inspira el Decamerón, de Bocaccio, y el peregrinaje religioso que se narra en Los cuentos de Canterbury, de Chaucer, no excluye el chunda-chunda: de hecho, la crítica considera que Chaucer se inspiró en Bocaccio y quizá en Juan Ruiz. Nunca perdonaré que la trilogía Las mil y una noches, El Decamerón y Los Cuentos de Canterbury, de Pasolini no fuera una tetralogía que incluyera el Libro de Buen Amor. Hombre, por favor. (O quizá Pier Paolo sí lo tenía in mente cuando fue asesinado). (Voy a concederle el beneficio de la duda).

Esplendor erótico, por lo tanto, en el medioevo, pero luego, ay, la cosa cambió bastante, porque la Reforma luterana y la Contrarreforma católica derivaron, cada una a su manera, en un progresivo e hipócrita (recordemos a John Lennon) puritanismo. El caso es que hoy día no se habla de física cuántica con el mismo tonillo recochineante que se hace del sexo, algo que no sucedía en la Edad Media, acaso porque en aquel entonces no habían sido establecidos aún los cuantos de acción de Plank.

Y así, en pleno siglo XXI, la red de redes, la red de Zuckerberg (¡Mark! ¡Oh, Mark!), te censura una publicación en la que se vea un pecho, aunque sea con fines didácticos o culturales. Sé bien lo que digo: a mí me ha sucedido. ¿Y contra quién se rebela uno entonces? Pues si se tratara de un régimen político o religioso sabríamos perfectamente quién es el enemigo, mas en este caso el censor es un currito, probablemente con un infrasalario, a quien se le ha dicho: “Con tetas, no. Sin tetas, sí”; y así hace: con tetas, no; sin tetas, sí, que un infrasueldo es un infrasueldo y no es plan despreciarlo.


Por eso, resulta especialmente gratificante un libro como
Erótika. Eros de enero a diciembre, publicado bajo el seudónimo Colectivo Tresviernes, aunque todos sabemos a quién corresponde, pero si el autor no lo ha querido desvelar, no seré yo quien lo haga, desde luego.

Y ¿cómo es el sexo que nos ofrece Tresviernes en esta obra? Podemos señalar algunas características básicas:

a)    Muy variadito, dado que este libro se compone de doce relatos, uno por mes, con un número muy alto de posibilidades, afortunadamente no exhaustivas. Nos hallamos así con diferentes combinaciones en cuanto edades; amores homosexuales y heterosexuales; en parejas o en tríos, incluso en orgía; juegos de dominación; etc.

b)    No se juzga a nadie. Se trata tan solo de disfrutar de aquello que nos da placer, sin cortapisas y, por supuesto, con el deseo de repetir. No se trata de un planteamiento maniqueo de buenos y malos, algo del tipo: “yo follo mucho y soy guay. Tú follas poco y estás reprimido”. El sexo en este libro ni se demoniza, ni se impone. Surge cuando surge en doce contextos diferentes y la cosa consiste simplemente en disfrutar y hacer disfrutar. No parece que sea muy difícil de conseguir, ¿verdad? Pasárselo bien sin autolimitaciones morales impuestas.

c)  No se trata de un sexo mutuamente destructivo. Que nadie busque aquí situaciones como las relatadas por Bertolucci en El último tango en París, o por Nagisa Oshima en El imperio de los sentidos. El sexo de Tresviernes es un sexo sin violencia y sin tortura. Sin remordimientos y sin malos rollos. Sin mentiras, sin prejuicios y sin papeles, ni falta que hacen. De hecho, en todos o en casi todos los relatos contenidos en esta obra, si hay algo que emana con especial fuerza es la ternura, una palabra que aparece con relativa regularidad en este libro. Porque el sexo que se muestra en Erótika es una vía de experimentación y horizontes ampliados, pero sobre todo impregna las almas de los personajes como el más eficaz antídoto contra las carencias afectivas.


Sexo balsámico, por lo tanto, entre personas libres y conscientes de que no hay nada sucio en ello. Una amplia panoplia de situaciones para gozar, gracias una colección de relatos magníficamente narrados, donde la comida y la bebida también gozan de un protagonismo afrodisíaco.

Por ello, seamos realistas: el sexo es bello y, además, nos hace mejores personas.

Ay, ay, ay, lo que se pierden los ángeles. Si es que tiene uno que darle gracias a Dios por haberle hecho humano, pues a mí eso de las liras y los cantos celestiales, que sí, que está muy bien, pero no sé, como que no.


Fco. Javier Rodríguez Barranco

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