sábado, 23 de noviembre de 2019

RESEÑA de JOSÉ ANTONIO SAU MARTÍN acerca de 'LA VERDAD INCOMPLETA'




Título: La verdad incompleta
Autor: Francisco Javier Rodríguez Barranco
Género: Policial
Editorial: Entrelíneas Editores
Año: 2019
Páginas: 91
Precio: 12 euros


           Un viaje siempre es iniciático, pese a que ya seamos duchos en el arte de viajar. Da igual su distancia, duración o vicisitudes intrínsecas; cuando la devoción o la obligación nos llaman a dejar nuestra ciudad para ir a otro punto cualquiera de la geografía, uno siempre se enfrenta a lo que un cursi llamaría hoy en día una ventana de oportunidades y yo, que me abstengo de caer en cursilerías aunque no siempre es fácil, denomino posibilidad de cambio. Estaban Garrido, protagonista de esta novela de Francisco Javier Rodríguez Barranco, La verdad incompleta (premiada en el I Premio Corcel Negro, Entrelineas Editores), habrá de viajar a Madrid desde su Cádiz natal para tratar de recomponer el puzle planteado por la repentina muerte del director de cine Antonio Corominas.
 

    Tratará así de ayudar al juez Ortuño, paisano y amigo. Esteban, aficionado al té con yerbabuena e investigador eventual, tiene algo que muchos de los que rodean al magistrado carecen: un sexto sentido policial, una inteligencia propia de aquellas mentes que, enfrentadas a cualquier tipo de enigma, son capaces de tejer lo sucedido, incluso teniendo ante sí el crimen perfecto, con apenas una serie de datos recabados a partir de visitas a diferentes escenarios, conversaciones más menos fortuitas o impresiones.


            Así pues, La verdad incompleta es una novela policial o negra, como quieran, porque en esto de la literatura policíaca lo de menos es el adjetivo. Hemos de alejarnos aquí de la eterna diatriba entre el hard boiled o novela criminal tal y como la conocemos hoy en día y las narraciones enigma, aquellas que se plantean como un juego intelectual para una mente brillante que, poco a poco, acaba desenvolviendo, sin sufrir mácula alguna, el más retorcidos de los delitos. Luego, el hard boiled introduciría otras claves como la crítica de la sociedad capitalista, la fascinación por los bajos fondos, el peculiar sentido de los protagonistas y una ética no siempre políticamente correcta que tanto espanta en nuestros días.



           Debo permitirme señalar que, en el fondo de esta páginas, late Cádiz y el olor a salitre impregna todas y cada una de las páginas de la novela, aunque se narre en Madrid, un acierto más de un narrador que no es precisamente novel y que, además de escribir, edita, por lo que la pirueta mortal que teje en estas páginas es aún más loable por ello.

            Se trata de un texto notablemente verborreico, pues nuestro investigador, un jubilado de los astilleros de la Bazán, no sólo se afana en resolver el aparente crimen de Corominas y otras muertes que el vendrán a la zaga, sino que con toda una bóveda narrativa trufada de reflexiones personales, traza un fresco impresionista de la vida cotidiana, resolviendo el delito que haya que resolver con la sencillez de una mente brillante que nunca se ha dado importancia y que, además de en ese terreno pantanoso y oscuro que a veces nos ofrece la realidad aunque nunca queramos mirarlo de frente, chapotea como puede en la existencia del día a día, se enamora, disecciona las relaciones laborales, observa con pasión cómo se construyen barcos o relata con asombrosa precisión la maquinaria interna que determina que un ser humano decida delinquir. 
              

        Esteban Garrido es un Séneca, uno de esos jubilados que han visto pasar la vida entera frente a sí y que han sobrevivido con la curiosidad intacta y el afán insuperable de seguir siendo útiles, a todos los años que han conformado sus propios pasos.


            Es una novela, en principio, más enigma que policíaca, que brinda un bello homenaje no sólo a aquellos textos que inaugura el Auguste Dupin de Allan Poe y que retomaron con brillantez Conan Doyle o la propia Agatha Christie, sino que también está bien construida, eficazmente resuelta y que se aleja de lo epidérmico, con todo lo bueno que eso tiene en literatura, porque los contadores de historias si algo han de evitar es, precisamente, la ligereza en sus diagnósticos.

            Los personajes, seres que se agitan al borde del precipicio sin perder nunca la sonrisa, están trazados con gran hondura y los diálogos tienden a buscar ese complicado equilibrio entre el humor y la ternura, algo que el autor consigue con solvencia. Tierno es el amor maduro que encontrará a Garrido, tierna es su humanidad a la hora de aproximarse al caso que le ocupe y tierna es su relación de amistad con el juez Ortuño, con quien compartió infancia en la Viña.

            Francisco Javier Rodríguez, como saben, dirige el sello malagueño Ediciones Azimut, una casa editorial que ha florecido en la capital al albur del boom literario que se ha dado en esta ciudad en los últimos años. Y, además de haber obtenido multitud de premios literarios y menciones, es autor de novelas, libros de relatos, recopilaciones de críticas de cine y de varios libros de viajes, así como de artículos de diferente naturaleza en diversas publicaciones, además de haber realizado alguna exposición fotográfica.

            Quien lo conozca, quien lo siga en las redes sociales, sabrá de su afición al viaje como forma de vida, la hondura de sus aproximaciones etnográficas sobre las realidades que conoce y de su prosa potente y acogedora que, en esta ocasión nos brinda una magnífica novela corta que nos propone un viaje a Madrid desde nuestra querida Cádiz a través de los ojos de un tipo como cualquiera de nosotros.

José Antonio Sau Martín
Periodista y escritor