domingo, 19 de abril de 2015

"ENTERTAINMENT" EN EL FESTIVAL DE CINE DE NASHVILLE

http://www.filmaffinity.com/es/film634518.html 
            Que no sólo de música vive una ciudad y por eso desde el año 1969 se celebra en Nashville un festival de cine, Nashville Film Festival (NaFF) en la denominación original, que nos demuestra que en Estados Unidos más allá de Hollywood hay vida cinematográfica, un espacio para el cine independiente. Que sí, que ya sé que también está el festival de Sundance, pero qué queréis que os diga, ha sido el de Nashville el que he encontrado en el road trip que estoy haciendo por USA y es el certamen del que puedo hablar, que casualmente ha coincidido en el tiempo en la edición de este año, es decir, 2015, con el de Cine Español de Málaga.

            Aquí sí hay alfombra roja, si bien no muy extensa, pero una demostración del sexto sentido para el espectáculo de la industria cinematográfica norteamericana es que la zona glamurosa del evento se sitúa en el parking de un mall y la cosa funciona: la impresión que uno tiene viendo el movimiento de actores, directores y periodistas es que se halla en la quintaesencia del mundo chic.

            Al final del folleto informativo del Festival se puede comprobar que la enumeración de películas se extiende durante dos páginas, de las que una sola es para el cine de Estados Unidos, de donde se infiere la importancia del cine de este país en el certamen de Nashville, pero en la otra página comprobamos que las películas de otras procedencias pertenecen a todos los continentes habitados de la Tierra, de donde me parece justo inferir una voluntad cosmopolita en el NaFF.

           



             Si continuamos con dicho folleto, el Festival se estructura, entre otras, en las siguientes secciones: Proyecciones especiales, Spectrum, Narrativa con películas del todo el mundo, Nuevos directores, donde se muestran óperas primas, Documentales, películas musicales (casi todas documentales), como no podía ser de otra manera en Nashville, Graveyard Shift, con filmes de fantasía y terror, cortometrajes, con producciones de menos de 40 minutos, y Tennessee First, con películas de ficción, documentales o cortos.          

           Pues bien, la película que he visto ha sido Entertainment (2014), de Rick Alverson, que forma parte de la sección de Proyecciones especiales, sobre las que vota el público, y se trata de un filme que tiene algo de Paris, Texas (1984), de Win Wenders, en el sentido de una persona que busca a otra en las inmensidades vacías del desierto; y también algo de Woody Allen, en cuanto al sentimiento autodestructivo de un monologuista con gafas; pero llevado todo a un extremo muy próximo a American Splendor (2003), de Robert Pulcini y Shari Springer Berman.




            Interpretado el protagonista por Gregg Turkington, que también participa en el guion, así como el propio director y Tim Heidecker, a quien se le concede un cameo en el largometraje, el espectador asiste al itinerario vital de un cómico, cuya anonimia es una prueba más de su insignificancia existencial, puesto que en un momento dado, preguntado por su nombre, responde de manera muy poco convincente “Jim”, y además en el casting se le denomina simplemente El comediante.


             Dicho comediante se mueve de garito en garito (la primera actuación que se plasma en la pantalla es una en una cárcel), aureolado por unos chistes de dudoso gusto, de población en población, intentando acerarse a su hija, todo ello en el desierto californiano, y por las mañanas se apunta a tours que circulan por aviones abandonados, pueblos desiertos o plantas petrolíferas patéticas. En definitiva, la nada, puesto que en esto precisamente consiste este filme: una metáfora de la inexistencia.


            Ése es el marco escénico en que se desarrolla la acción y no puede ser de otra manera, porque el comediante en su desventurado deambular se acerca a Hollywood y estamos acostumbrados a ver la otra cara del éxito en el mundo del cine, algo de lo que sin duda el mejor ejemplo es Eva al desnudo (1950), de Joseph L. Mankiewicz, pero lo que nos ofrece Entertainment es la única cara del fracaso: la imagen de una persona a quien el sistema ha dejado abandonada a su suerte. Crónica de la soledad o de la derrota personal, donde la angustia del protagonista por comunicarse con su hija constituye un último asidero al calor humano.


             Y a tal punto llega la historia que este cómico, este supuesto cómico, este payaso triste, muy triste, ni siquiera se rebela contra su suerte, sino que se limita a contemplarla con unas miradas que son mezcla de impotencia y curiosidad, cuando ya no le quedan fuerzas ni para llorar. Por eso, los diálogos son mínimos y prácticamente se limitan a los desalentadores monólogos que le permiten malvivir. Pero las miradas y la expresión corporal de Turkington son lo suficientemente elocuentes.


             Es una verdad comúnmente aceptada entre los psicólogos que los depresivos tienen una imagen distorsionada de la realidad y eso se transmite a esta película en una sucesión de situaciones surrealistas, algunas de las cuales tienen lugar en los cuartos de baño públicos, y que no voy a detallar para no estropear el filme a futuros espectadores, pero que nos hacen pensar si lo que está sucediendo está sucediendo realmente o si forma parte de la imaginación nociva del protagonista.


            Por lo tanto, se trata de un largometraje cuya comicidad se tiñe de amargura: poca diversión, por lo tanto, un título irónico hasta la náusea, pero un largometraje concebido para mayor gloria del cine, que todavía no ha llegado a las pantallas españolas, hasta donde alcanzan mis conocimientos, pero que sería muy recomendable que lo hiciera, aunque sólo fuera para conocer la creatividad de cineastas con una voz propia en un país donde la homogeneidad comercial se resuelve normalmente en la decadencia estética.


             La verdad es que me resulta muy curioso que en este mundo tan tecnificado todavía no hayamos encontrado una receta válida para ese ligero desajuste al que denominamos soledad. La verdad es que me resulta admirable que todavía haya directores de cine que se ocupen de ese tema en una sociedad que se considera la más sofisticada de la historia de la humanidad.

Nashville (Tennessee), 18 de abril de 2015

Francisco Javier Rodríguez Barranco