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aquí para ver tráiler de Residue
Tarifa,
3 de junio de 2021
Los USA son el único país del mundo donde tuvo lugar una
guerra civil para mantener la esclavitud. A día de hoy, las banderas de la
Confederación son las dueñas absolutas del sur profundo y es obvio que en ese
país existe un problema de racismo que asalta las noticias con demasiada
regularidad incluso en nuestros días. Hace un par de días se celebró en Tusla
un homenaje al primer centenario de la matanza del 31 de mayo de 1921,
considerada como la mayor masacre de la historia contra la población negra en
Estados Unidos.
Era
necesario que directoras(es) de raza negra se pusieran detrás de las cámaras y
así en fechas muy recientes han sido estrenadas Moonlight (2016), de Barry Jenkins, o Mudbound (2017), de Dee Rees, largamente premiadas ambas, especialmente
la primera, que obtuvo el Oscar en una ceremonia caracterizada por unos gazapos
sin precedentes, como se recordará. Prefiero obviar Green Book (2018), de Peter Farrelli, por no ser afroamericano su
director, pero sobre todo porque, por mucho Oscar que recibiera, se trata de
una de esas películas que te pueden gustar, o no, pero nunca molestan, es
decir, que no dicen nada.
Pues, acaba prácticamente de estrenarse Residue (2020), de Merawi Gerima, nacido
ya en Estados Unidos y formado cinematográficamente en este país, pero hijo del
prestigioso director etíope Haile Gerima. Esta películas forma parte de la sección
Hipermetropía dentro del Festival de Cine Africano de Tarifa-Tánger (FCAT) 2021
y no me sorprendería lo más mínimo que mañana cuando se entreguen los premios
forme parte del palmarés en alguna de sus categorías.
La clave interpretativa de esta película nos la da un diálogo en el cual se afirma que la caca de los perros deja residuos en el césped, incluso una vez retirados los excrementos. Son, por lo tanto, residuos de vidas mierdosas lo que muestra en este filme.
Esta película denuncia también la progresiva
hipsterización de un barrio, la calle Q, en Washington (el esclavista de
Virginia, ya lo hemos comentado), D. C. Pero el hombre blanco nunca aparece
completo en la cinta, es decir, en voz e imagen, sino que cuando se le ve no habla
y cuando habla no se le ve, o no se le ve completo: puede ser un brazo, una
pierna, la espalda, pero nunca el busto parlante. Muy significativo a ese
respecto es una escena en que una pareja de blanquitos aparecen desenfocados en
primer plano en lo alto de un edificio gentrificado mientras toman unas
birrillas y asiste como espectadores indolentes a una persecución en la calle de
la policía contra un joven negro.
Es la vida de los negros lo que importa a este filme y
para mostrar esa situación tan dura no recurre a los siempre efectistas
procedimientos de un linchamiento kukluxklanero, una violación o cualquier
otra aberración cometida contra alguna persona de raza negra, sino que es el
normal desarrollo de la vida cotidiana lo que no permite intuir la dimensión de
la tragedia.
Residue
muestra la vida tal cual es y la falta de horizontes en una calle marginal de
la capital del Estado más poderoso del planeta guerra, perdón, quise decir
Tierra.
Es el drama cotidiano de unas
personas cuyas expectativas no van más allá del trapicheo de drogas con sus dos
opciones básicas: la cárcel, en el mejor de los casos, o, en el peor, la
muerte. Una detención American way es lo más violento que se ve, pero no
muestran escenas de tiroteos ni, realmente, vemos sangre: la muerte se ofrece
por sus efectos, más que por la muerte en sí, porque la muerte en ese contexto
urbano es un componente más de la vida.
Un espectador atento, por lo tanto,
para amalgamar el bombardeo de imágenes que le sacuden en su butaca, pero yo
creo que el mensaje de este filme de Gerima llega con toda nitidez.
Una narrativa fílmica muy poco
convencional, mas dirigida en escenas como estiletes a lo más mullido de
nuestra zona de confort.
Y yo no sé si esta película será
finalmente galardonada en FCAT, pero cuenta ya con el John Cassavetes dentro de
los premios Indpendent Spirit. Una magnífica muestra, pues, de cine independiente
que lo más probable es que no conozca recorrido en las pantallas de España,
como suele ser habitual entre las numerosas joyitas que forman parte del
Festival de Cine Africano de Tarifa-Tánger.
Fco. Javier Rodríguez Barranco
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