Nos acomodamos en el espacio exterior para la presa
que la organización del Festival ha preparado en uno de los costados del Teatro
Cervantes. Vicky lía un cigarrillo. Durante el largometraje, en su papel de
Mercè Rodoreda, fuma constantemente.
Javier: Cuando hablamos
de crisis en el cine, generalmente hablamos de crisis económica o crisis de
espectadores, pero ¿no estaremos quizá ante una crisis creativa? Porque antes
la televisión se nutría de personas con mucha experiencia en el cine o en el
teatro, pero ahora, cualquier chavalito pega el pelotazo en una comedia
intrascendente de televisión y da el salto al cine.
Vicky: Se cruzan
varias cuestiones. Por un lado es evidente que las televisiones, así como
internet e incluso otros medios con pantallas más pequeñas ha variado el perfil
del espectador, los tiempos han cambiado mucho, y ahora la cosa es mucho más
visual y se atiende a cuestiones más físicas o más estéticas. Pero eso no
quiere decir que los actores no tengan una formación. Hay mucha temática
juvenil, muchísima, y entonces, pues evidentemente han de ser interpretadas por
actores jóvenes. Pero esta carrera nuestra de la interpretación es una carrera
de fondo y alguno de los que han empezado y han triunfado muchísimo en un
determinado momento, luego se han pegado un batacazo. Los que están interesados
en continuar en el oficio, se forman, se preocupan, intentan bregarse y
continúan con mayor o menor fortuna. Lo que yo creo es que aquí lo que es
perverso de algún modo es la oferta cultural que se hace desde las televisiones
y a veces desde el cine, porque más lo que los contenidos, lo que se busca es
la comercialidad, y eso no es culpa de los actores, sino de los productores o
de los distribuidores, y también mucho de la sociedad que equipara cultura a
espectáculo, espectáculo a entretenimiento, y del entretenimiento qué se puede
decir. Es un problema grave.
Javier: Tengo la
impresión de que los directores que empezabais a tener una madurez creativa en
la transición os habéis quedado como ensandwichados entre los grandes nombres
previos, como Mario Camus, Carlos Saura, Berlanga, Bardem, etc., y la explosión
juvenil que hubo a principios de los ochenta, y que vosotros no habéis recibido
el reconocimiento que merecéis.
Ventura: Pues, oye, si
después de seiscientos cincuenta Festivales en el mundo, veintiocho
retrospectivas, en Londres, en el Lincoln Center en Nueva York, en Los Angeles,
dos en Buenos Aires, dos en Estambul, no sé cuántos sitios en el mundo, la Cruz
de Sant Jordi, si esto no es tener un reconocimiento. Otra cosa es que esto
llegue a la gente, y si no llega no es culpa mía, ¿qué quieres que te diga? Yo
he intentado ser honesto.
Javier: Claro, si eso
es a lo que voy, que hay una generación después de la vuestra que arrasó.
Ventura: Porque son
tiempos distintos, porque cada director es especial. Por ejemplo, yo tengo una
carrera internacional muy fuerte. Soy el único director del mundo que ha sido
cinco años consecutivos Selección Oficial en la Berlinale y he hecho nueve
Berlinales en mi vida. Si esto no llega a la gente, no es culpa mía. La prensa
también tiene su responsabilidad (mientras
clava su mirada en mi mirar). Soy el tío más feliz del mundo y me quedo con
lo que tengo. Yo de pequeño quería hacer una película y he hecho veinticinco. O
sea que he sido veinticinco veces más feliz de lo que ese crío pensaba que era
la felicidad. Y nadie me ha regalado nada, pero soy consciente de que soy un
privilegiado de poder dedicarme a lo que me gusta y comer de esto.
Javier: ¿Cómo
preparasteis la película, porque Mercè decía que le gustaba el teatro, pero el
filme parece una puesta en escena en las tablas?
Ventura: Sí, parece una
obra de teatro, pero muchas películas de Bergman también lo parecen y La huella, de Mankiewicz, también lo
parece y muchas otras. A mí el teatro me ha influido mucho, pero sobre todo por
una cuestión temática, porque yo creo que los temas que plantea al teatro va
muy por delante de los temas que plantea la gente de cine. Entonces ese placer
por historias que no son las normales sí que me viene del teatro. Yo creo que
el teatro va unos cuantos pasos por delante del cine y en todas las sociedades.
Javier: ¿Quién preparó
el guion de Un berenar a Ginebra?
Ventura: Lo he escrito
yo con un master total y absoluto, pero no en ésta: en todas las películas que
hago. Si no sé de verdad lo que voy a contar, me siento falso.
Vicky: Todo lo que se
ha puesto en boca de la Rodoreda lo ha dicho la Rodoreda, en entrevistas
escritas o de televisión y Ventura ha ido entresacando el texto de esas
entrevistas.
Javier: Lo que sí es
cierto es que sin que salga ninguna escena de guerra, yo he sentido el horror
de la guerra con una nitidez como pocas veces, cuando cuenta que tuvo que
exilarse y lo mal que le fue en Francia, teniendo que caminar tantos kilómetros
al día, con las bombas de los Stukas, yo he sentido todas esas atrocidades con
enorme claridad.
Ventura. Pues es lo que
se pretendía.
Javier: Pero yo creo
que cuando ella invita a merendar a Castellet y a Isabel y empieza a hablar
como pocas veces lo había hecho antes, después de haber padecido todo lo que
había padecido y de haber perdido a su pareja pocos años antes, lo hace en un
momento en que no siente odio por nada ni por nadie. Es como si se hubiera
reconciliado con la vida. Es como si hubiera firmado la paz con el mundo.
Ventura: Ella estaba
todavía con el dolor por la muerte de Obiols, pero estaba en un momento de
transición. En un momento en que se estaba haciendo la casa famosa que se
estaba haciendo. Ella se escondía de la gente. Bueno, todos somos como somos y
ella su mundo es la creación.
Vicky: Ella estaba en
una lucha interna consigo misma y con la sociedad literaria, el tiempo que le
tocó vivir, pero de algún modo en esta entrevista ella está relajada con una
gente con la que puede disfrutar de verdad y quizá esa sensación que tú dices
que parece que ha firmado la paz, no. Realmente es un islote de franqueza y
sinceridad en que ella se explaya sorprendentemente.
Javier: Es que, a pesar
de ser una mujer que ha sufrido dos guerras en primera persona, la película me
transmite mucha paz.
Ventura: Hombre, muchas
gracias. Es que con una interprete como Vicky.
Javier: Y con la
dirección.
Ventura: Bueno, bueno,
pero cuidado, porque los intérpretes son básicos.
Y la entrevista continúa charlando sobre la
dimensión literaria de José María Castellet, algunos papeles anteriores de
Vicky Peña, etc. Por lo que a mí respecta, ha pasado más de una semana desde
que vi Un berenar a Ginebra, conversé luego con Vicky Peña y Ventura Pons, y cuanto más recuerdo
la película más ganas tengo de volver a verla.
Francisco Javier Rodríguez Barranco
No hay comentarios:
Publicar un comentario