sábado, 1 de junio de 2024

UNA HISTORIA MALGACHE EN 'DISCO AFRIKA'

 


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 Tarifa, 1 de junio de 2024


Disco Afrika
(2023), de Luck Razanajaona, es un largometraje de ficción que ha participado en el Festival Internacional de Seattle y en la Berlinale, dentro de la sección Generation 14plus, y lleva como subtítulo Una historia malgache, lo cual muy bien puede extrapolarse al resto del continente, pues las cuestiones sociales y políticas que en él se muestran, por desgracia, son las habituales en los países africanos, colonizados con saña, pésimamente descolonizados.

          Como primer apunte quiero señalar que su protagonista, el joven Delanoël Parista Sambo o, simplemente Parista Sambo, ha obtenido el premio al Mejor actor en la 21 edición del Festival de Cine Africano de Tarifa-Tánger (FCAT), además del V Premio ACERCA concedido por la Dirección de Relaciones Culturales y Científicas de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) en el mismo certamen, lo que no está nada mal, habida cuenta de que en Madagascar no hay ni escuelas de cine ni siquiera de interpretación. De hecho, se trata del primer filme de Parista, que no es actor profesional, así como tampoco lo son el resto de actores y actrices del elenco.

          Como valoración global, debemos señalar que esta película no goza de una estructura fílmica compleja, la trama es bastante simple y podemos indicar también que el número de extras cuando la acción así lo requiere, como, por ejemplo, en las revueltas callejeras que se ven en pantalla es reducido. Todo lo cual no perjudica a la eficacia para mostrar las lacras que esta cinta de Razanajaona quiere denunciar.

          Llama también la atención que, así como el subtítulo, Una historia malgache, es completamente adecuado, el título puede resultar algo engañoso, pues no se trata de una película musical: escuchamos abundantes temas durante la proyección y la banda sonora es soberbia, pero esta película apela a la música como un afán de reconstrucción panafricana, algo que tuvo su máximo apogeo durante la década de los setenta, pero que se ha ido extinguiendo poco a poco. Por ello, los temas que oímos son esencialmente piezas de afrobeat, una combinación de diferentes géneros (yoruba, jazz, highlife y funk), creada por el nigeriano Fela Kuti que triunfó precisamente en esa década de los setenta, siendo así que Fela se caracterizó por su compromiso social y político denunciando la corrupción y las dictaduras militares que relevaron a las potencias europeas durante ese penoso proceso de descolonización a que hemos aludido más arriba.

          La música como un arma cargada de esperanza, parafraseando el famoso verso de Rafael Alberti: “La poesía es un arma cargada de futuro”. Por ello, Disco Afrika es el título del LP que sacó el padre del protagonista de la película, un activista por la libertad en Madagascar ejecutado en muy extrañas circunstancias, aunque fácilmente, por desgracia, imaginables antes de que se inicie la acción de la política, y fue asesinado por una delación en el club donde tocaba, denominado precisamente Afrika, por lo que la voluntad de hacer extensible a todo el continente las atrocidades que denuncia Razanajaona en su filme parece bastante evidente.

  

        De hecho, según se explicita en la cinta, el personaje interpretado por Parista, el protagonista, se llama Kwame, en honor a Kwame Nkrumah, uno de los líderes políticos de la independencia de Ghana, político y filósofo de la integración panafricanista. Fue el primer presidente de ese país, conocido como Costa de Oro durante la dominación británica, hasta su derrocamiento por un golpe militar el 24 de febrero de 1966. Ni que decir tiene que le fueron dedicados numerosos álbumes de música, como, por ejemplo, el de Ekowmania, denominado precisamente Kwame Nkrumah.

          La música, pues, como columna vertebral de la construcción del continente africano y de la recuperación de su identidad cultural.

 


         Podemos mencionar ahora algunas de las injusticias sociales y políticas que denuncia Razanajaona en la cinta que nos ocupa, como son: los dudosos procesos electorales que se resuelven a tiros; la corrupción a todos los niveles; el ínfimo salario de los trabajadores; el contrabando del palisandro, que es un árbol de muy apreciada madera característico de Madagascar; el imperio de bandas mafiosas, que, al igual que la saga de El padrino, de Coppola blanquean su imagen con obras sociales y el visto bueno de la iglesia; la adquisición de la tierra por capitales extranjeros y la consiguiente expulsión de los habitantes autóctonos, algo así como la gentrificación de los barrios humildes en los países desarrollados, pero con destierro jurídico de los pobladores; la prostitución; el tráfico de seres humanos; las condiciones de vida muy por debajo del umbral de la miseria y que se concentra en la fragilidad de la red eléctrica, etcétera. Todo lo cual acontece en la ciudad portuaria malgache de Toamsaina, pero son cuestiones que afectan al resto de África, cuya unidad continental parece haberse estancado en unas idénticas circunstancias inhumanas.

          Sin embargo, he dejado para el final de mi análisis la escena con que arranca la película, consistente en la búsqueda de zafiros, de modo similar al de los buscadores de oro en la California de la segunda mitad del siglo XIX. Pues bien, se considera que el principal país del mundo en cuanto a la existencia de zafiros es Madagascar, concretamente en la zona Ilakaka, donde se descubrió por casualidad tan preciada gema a finales de 1998 en un campo de arroz, donde se realizaban trabajos para conseguir más agua. Es obvio que eso atrajo un aluvión humando de malgaches, si bien la realidad indica que la mayor parte de la venta la controlan hoy negociantes de Tailandia y Sri Lanka[1], todo ello en una cadena cuyo primer escalón son los compradores armados, que aparecen con linternas para asesinar con nocturnidad a los buscadores que descubren y es lo que le sucede a Rivo, amigo de Kwame.

De manera que el gran estigma de Nigeria es el petróleo del golfo de Guinea; el gran estigma del Congo y países de la región de los Grandes Lagos es el Coltán; es la riqueza de fosfatos lo que no permite la verdadera independencia del Sáhara Occidental; y son los diamantes de Sudáfrica quienes no permiten que este país se desarrolle con normalidad, por citar solo los ejemplos más conocidos. En definitiva, es la riqueza de recursos naturales la causante de la miseria africana.

A pesar de los pesares, no voy a desvelar el final de Disco Afrika, pero sí quiero señalar que esta película no se abandona al pesimismo, sino que se cierra con una imagen de esperanza, a la par que anima a las revueltas populares.

Francisco Javier Rodríguez Barranco



[1] Véase con más detalle en:

https://www.elmundo.es/viajes/africa/2020/08/13/5e42cd4521efa049088b458d.html


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