domingo, 2 de junio de 2024

LA NEGRITUD EN EL FESTIVAL DE CINE AFRICANO DE TARIFA-TANGER (FCAT)

 




Tarifa, 29 de mayo  y 1 de junio de 2024

Curiosamente, de los grandes males que padece el mundo actual, uno de los pocos que no repercute en África es el de la negritud, dado que en nuestro continente vecino nadie insulta a nadie llamándole “¡Negro!”; no, al menos, en el Sahel y el África Subsahariana. Una vez superado el apartheid, no dejamos de horrorizarnos de las sangrientas guerras tribales en el continente donde nació Lucy, pero el desprecio hacia los descendientes de África por el color de su piel es más propio de otros continentes, principalmente de Norteamérica, como es de sobra conocido.

          Quizá por ese motivo, el FCAT en su 21 edición, dedicada precisamente a los feminismos, ha incluido un conjunto de cortometrajes, dirigidos y protagonizados por mujeres afroamericanas, todas ellas en blanco y negro, de finales de la década de los setenta o principios de los ochenta, recientemente remasterizadas. Entre ellos:

-        “Four Women” (1975), de Julie Dash, que puede considerarse que pertenece al género experimental y consiste en una performance de una joven danzando sobre la canción homónima, interpretada por Nina Simone. Pincha aquí para corto completo

-        “Fannie’s Film” (1981), un documental de Fronza Woods, que consiste en el monólogo de una mujer afroamericana de más de sesenta años que nos cuenta su vida mientras limpia en un gimnasio donde unos jóvenes blancos realizan ejercicios de estiramiento y flexibilidad con gesto displicente.


-        “Illusions” (1982), una ficción de Julie Dash, probablemente la única película de la Segunda Guerra Mundial en que no aparece ni una sola escena bélica, sino que todo transcurre en un estudio de cine en Hollywood, que pretende producir películas agradables para la tropa en el frente, pero dentro de esos estudios se dan situaciones flagrantes de discriminación racial.

-        “Suzanne, Suzanne” (1982), un documental de Camille Billops y James Hatch, en que una joven con ese nombre narra sus dramas personales y familiares, con el denominador común de un padre violento.

Pincha aquí para tráiler de Negra


Llegamos así a Negra (2020), que ha formado parte de la sección La Tercera Raíz, dentro del FCAT, dedicada a las películas que tocan la diáspora africana en América y es el primer largometraje de la directora mexicana Medhin Tewolde, un proyecto que realmente arrancó cuando tenía siete años y un niño le llamó negra, lo cual marcó un antes y un después en la vida de esta mujer. Aquella experiencia traumática ha desembocado, sin embargo en un magnífico filme que ha cosechado una buena remesa de premios, entre ellos: Premio del Público al Mejor documental en el Festival de Cine Latino de Chicago (EE.UU., 2021); Premio Lola al Mejor largometraje documental en el Festival de Cine Latino de Filadelfia (EE.UU., 2021); Premio al Mejor largometraje documental mexicano en el Festival Internacional de Cine de Monterrey (México, 2020); Mención honorífica del Premio José Rovirosa al Mejor Documental Mexicano del Año (México, 2020).

          Medhin Tewolde rodó en los Estados de Guerrero, Oaxaca y Chiapas, articula su película en una serie de entrevistas a mujeres afrodescendientes en México, todas ellas mexicanas, salvo una cubana, todo ello con el objetivo de investigar la presencia de población de origen africano en el país azteca.


Surgen así varias cuestiones, la primera de las cuales es la enorme carga negativa asociada al adjetivo negro, según puede comprobarse en expresiones como  “día negro”, “gato negro”, “panorama negro”, etcétera. Todo un corpus de imágenes muy poco encomiásticas, aunque quizá tengan más que ver con la ausencia de color que significa el negro que con algo propiamente racial. Mucho más despectiva es esta otra: “merienda de negros”, que sí implica una infravolaración de la raza imperante en África.

Observa luego Medhin Tewolde la negación de lo negro en México entre la propia población negra. Se habla de piel oscura, de piel morena, pero no de piel negra, lo que demuestra las connotaciones poco favorecedoras del negro como epidermis. Una de las entrevistadas cuenta un episodio infantil en el que aparecen personajes negros y la niña le pregunta al padre si ella es también negra, lo que provocó una furibunda reacción por parte del progenitor. La joven cubana entrevistada relata que en su país los negros recurren a todo tipo de vericuetos lingüísticos para evitar reconocer el color de su piel. Por ello, se llaman a sí mismos mulatos, jabaos, trigueños, etcétera, es decir, todo un catálogo de eufemismos para transmitir una negritud atenuada, light. Muy significativo es también el caso de otra de las intervnientes, hija de negro e indígena, a quien animaron a considerarse afroindígena, lo que ella rechazó para abrazar su condición de negra.


En cuanto a los estereotipos asociados a la condición de afromexicana, disponemos de la valiosa aportación de Marisol Alcocer Perulero, Doctora de Investigación en Ciencias Sociales, por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en México, quien en su artículo “Población afrodescendiente en Guerrero: entre la representación y la apropiación de estereotipos raciales y sexuales”, publicado por Cultura y representaciones sociales, afirma, entre otras cosas, que las comunidades con mayor población afrodescendiente son Cuajinicuilapa, cabecera municipal, San Nicolás y El Pitahayo.


Por otro lado, señala Alcocer que “en determinadas situaciones de relaciones sociales de género algunos hombres afrodescendientes recuperan, reproducen y/ o se reapropian de algunos elementos de dichas construcciones estereotipadas para referirse a las mujeres afrodescendientes” y recuerda la investigadora, que uno de esos estereotipos bastante peyorativos es el que asocia la negritud a la violencia, según constituye la tesis de Gonzalo Aguirre Beltrán, Cuijla en Esbozo etnográfico de un pueblo negro, donde defiende que los cimarrones (negros huidos) vivieron en libertad  “a la creación de un ethos violento y agresivo en su cultura que hizo de sus individuos sujetos temibles. Estos remanentes de nuestra población negro-colonial se encuentran hoy localizados en las costas de ambos océanos”; todo ello en tiempos del virreinato y algo que los españoles fueron incapaces de eliminar. Un estigma secular al que, afortunadamente, se unen otros estereotipos más benévolos, como el rizado del pelo o la facilidad para la música y la danza. No demasiado positivo, pero tampoco visceralmente ofensivo es el que vincula la pereza a los hombres negros, algo que se rechaza en el filme de Medhin Tewolde, pues si han estado pescando toda la noche, es lógico que estén agotados durante el día.


Con todo, en mi opinión, no es una discriminación racial lo que padecen los negros, como sí sucede en USA, donde la lucha por los derechos civiles no ha terminado. Entre las situaciones que muestran la mexicana Negra y la estadounidense I Am Not Your Negro (2017), de Raoul Peck, que también formó parte de la programación del FCAT en su momento, con asesinatos de líderes negros incluidos, entre ellos el de un Premio Nobel de la Paz, Martin Luther King, jr., hay una diferencia importante, quizá porque ni siquiera los blancos en México, salvo las élites sociales, vulgo chilangos, gozan de una calidad de vida demasiado boyante. Por eso, considero que más que discriminación social, lo que se da en el país de los mayas es un desprecio social, una cierta actitud supremacista, que tampoco es demasiado ennoblecedora, pero los negros en México no han tenido nunca que ocupar determinados asientos en los autobuses, por no hablar de las mezclas étnicas como el pan nuestro de cada día, en parte para “mejorar” la raza haciendo que las afromexicanas se casen con blancos, como se narra en el documental que nos ocupa.

También debemos alegrarnos, y mucho, de que no haga falta poner en México el cartel BLACK LIVES MATTER.

Pero quiero cerrar mi análisis indicando que en un filme que rebosa ternura, Medhin Tewolde aboga por la aceptación y la afirmación de la condición de negros. Ojalá que los hijos de los afromexicanos actuales vivan en un país donde ninguno de ellos sea denostado a los siete años por el color de su piel.

Francisco Javier Rodríguez Barranco





[1] Véanse las citas de Alcocer y Aguirre en:

https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2007-81102019000200011#:~: Consultado el 29 de mayo.


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