Organizado
por la Universidad de Málaga y en colaboración con el Centro de Arte
Contemporáneo (CAC) de esta ciudad el día 24 de junio de 2015 se proyectó en
dicho CAC la película surcoreana Winter Butterfly (2011), del director norcoreano Kim Gyu-Min, basada en hechos
reales ocurridos en las montañas de Corea del Norte en 1999 de una dureza tan
extrema, que me niego a resumir su argumento y animo a verla a todo aquel que
pueda, por un medio o por otro, lo que por desgracia me temo que no será fácil.
Baste tan sólo señalar que en mi página web de referencia, es decir,
filmaffinity, no he sido capaz de localizarla. Así, con respecto al guion
quiero tan sólo señalar que con un aparato de actores mínimos, amparados eso sí
por una soberbia banda sonora, se construye una de las historias más atroces
que he presenciado en una pantalla de cine, y lo más demoledor es que el
desenlace llega con total naturalidad.
He
mencionado ya que la película es surcoreana, pero de director del norte, lo que
nos permite ahondar en la biografía de Kim Gyu-Min, que huyó de Corea del Norte
a la del Sur, previo paso por China y Mongolia en sus años universitarios, todo
lo cual fue narrado por él mismo, puesto que asistió a la proyección y pudimos
hacerle preguntas. Lo que viene a continuación es una enumeración resumida de
sus respuestas en el orden que la memoria me permita. Y lo primero que quiero
resaltar es que las familias de los escapaban del régimen de Pyong-Yang eran
condenados a campos de concentración, pero ya, porque son muchos los que huyen.
Sin embargo, Kim Gyu-Min no ha podido comunicarse con la suya desde que lo hizo,
por lo que ignora si siguen vivos o si están muertos.
El título del
largometraje se refiere a unas mariposas que nacen en Corea en los primeros
días de invierno, cuando éstos vienen soleados. Como todos sabemos, las
mariposas sólo se dan en verano, pero esos calores engañosos al inicio de la
estación fría permiten el nacimiento de algunas de ellas, que inmediatamente mueren
en cuanto ese espejismo de temperatura desaparece. Pues bien, eso mismo les
sucede a los humanos, algunos de los cuales cometen el trágico error de nacer
en Corea del Norte y por ello su vida es muy corta. Según nos contó Gyu-Min, la
zona tradicionalmente pobre de su Corea natal era el norte, mientras que en el
sur un mejor clima permitía unas cosechas suficientes para que los habitantes
de esa región no pasaran hambre, pero ahora mismo todo el país está bajo los
efectos de la hambruna y los fallecimientos por ese motivo son constantes.
En cuanto a
la educación, lo urgente de la supervivencia aleja a los alumnos de las aulas,
pero lo mismo les sucede a los profesores, cuyo salario no les permite vivir y
tampoco asisten a clase para buscarse la vida como pueden. Y si hablamos de la
sanidad, hospitales existen, pero sin medicinas, lo que les hace totalmente
inútiles. Tan sólo si consigues suficiente dinero puedes “corromper” a los
médicos y que éstos te curen. Quienes no tienen el menor pudor en corromperse
son los militares, si bien a la frontera con Corea del Sur envían a los hijos
de los altos cargos castrenses, cuya vida goza de una serie de privilegios y
por ello muestran una cara de satisfacción y un espíritu deportivo que es lo
que el régimen quiere mostrar a sus vecinos meridionales.
Es obvio que
una película como Winter Butterfly ha
sido rodada en la otra Corea y nunca ha sido proyectada en Corea del Norte,
pero casi casi que ha pasado sin pena ni gloria por las pantallas surcoreanas.
De hecho, como a este país no llegan noticias de los coreanos septentrionales, los
habitantes de Corea del Sur no están interesados en lo que suceda más allá del
paralelo 37.
No tiene una
visión muy clara del futuro de su país de origen Kim Gyu-Min. En su opinión, de
seguir las cosas así, se eternizaran las situaciones de pobreza extrema e
ignorancia absoluta de libertades. Considera que hay dos opciones, ninguna de
ambas sencilla: o las reunificación de las dos coreas, o la presión occidental.
Corea del norte, por sí misma, en opinión de este director, nunca verá la luz.
Y si no hay
más revueltas ciudadanas es porque muchos ciudadanos no saben que existen otros
mundos posibles y porque los líderes que se atrevieron a enfrentarse al régimen
han sido o ejecutados o encarcelados. Sin líderes es imposible que la
ciudadanía se rebele. Por lo tanto, viven, Kim Gyu-Min utilizó este símil, que
es muy frecuente en Corea, como la rana que habita un pozo y nunca ha salido de
él.
Al acabar el
coloquio, el director de Winter Butterfly
agradeció nuestra presencia, valoró muy positivamente que hubiéramos
permanecido hasta el final cuando la lengua original es el coreano y los
subtítulos en inglés, y nos pidió que diéramos la mayor publicidad posible a
una realidad como la que su película retrata. Ésa ha sido precisamente la idea
que ha presidido la confección de este artículo: dar publicidad a una película
donde la pantalla se tiñe de realidad.
Francisco Javier Rodríguez Barranco