Tarifa, 31 de mayo de 2024
Tal
y como hemos señalado con anterioridad, la 21 edición del Festival de Cine
Africano de Tarifa-Tánger (FCAT) está dedicado a la mujer, lo cual incluye una
sección retrospectiva de pioneras en el cine de nuestro continente próximo
denominada Cine afrofemenista a la luz de las pioneras (des)conocidas.
De Benlyazid, que ha sido miembro del jurado
en esta edición del FCAT, podemos decir que ha desarrollado una importante
carrera como guionista y que durante varias
décadas ha sido el único nombre femenino entre las cineastas marroquís.
Si nos centramos en Une porte sur le ciel, hemos de comentar que desarrolla la historia
de una joven marroquí, nacida en Marruecos, pero establecida en Francia desde
la infancia que regresa al país alauita a causa de la grave enfermedad que
padece su padre. Fascinada por un modo de vida que creía olvidado (de hecho, su
primera aparición en pantalla es bajo la estética de una hippy), decide
quedarse en su país de origen, donde poco a poco va adentrándose en una
religión que la cautiva por su espiritualidad.
De esa manera, el filme de Benlyazid
desarrolla una relación de la mujer con el islam totalmente apartada de los
tópicos y pretende establecer una diferencia radical entre el esqueleto sin
sustancia en que han desembocado las enseñanzas del Mahoma y los verdaderos
preceptos del Corán, donde la mujer no recibe un trato discriminatorio ni mucho
menos denigrante.
Bajo esa premisa, lo que Une porte sur le ciel transmite es una intensa sensación de
espiritualidad, según venimos defendiendo en estas líneas, que se construye sobre
dos ejes de coordenadas, como son la pureza y la poesía, cuya interacción se
resuelve necesariamente en belleza, que es el principal ingrediente de este
largometraje: belleza en el espacio, belleza en las personas, belleza en las
ideas, belleza en los colores, belleza en la ropa, etcétera.
De ahí que la trama, aunque algo excedida en
metraje a mi entender, no sea tal trama, sino que, con gran exquisitez en el
fondo en la forma y en el contexto, se limita a un constante intercambio de
ideas entre los distintos personajes, es como el teatro de ideas que
caracterizó a la obra de Ibsen o al flanco escénico de Unamuno, pues esta
película goza también de un alto contenido teatral que permitiría fácilmente su
traslado a las tablas. Por eso, si tuviéramos que redactar el argumento de la
película de que nos ocupa, apenas necesitaríamos dos o tres líneas, pues el
verdadero argumento es la historia interior de cada personaje.
Todo lo cual permite una plasmación de la
relación de la mujer con el islam que no tiene nada que ver con los
estereotipos que mejor conocemos.
Pero si de mujer y de Marruecos estamos
hablando, es necesario mencionar, aunque sea brevemente, la figura de Fátima
Mernissi, considerada como una de las principales feministas del mundo
musulmán, lo que no siempre le granjeó simpatías y no solo porque los hombres
rechazaran las aspiraciones de las mujeres, sino porque hay quien considera que
el Corán es ya de por sí
suficientemente satisfactorio, pues mantiene los mismos derechos para uno y
otro sexo: por ello, siempre según esta corriente de pensamiento, el concepto
de feminismo es propio de la mentalidad de los colonizadores europeos. Así lo
han expresado la imana danesa Sherin Khankan en su libro La mujer es el futuro del Islam (en el francés original: La femme est l’avenir de l’Islam), que
denuncia la instrumentalización por Occidente del feminismo islámico
hegemónico, y con mayor contundencia la granadina Sirin Adlbi Sibai, pues la
tesis de su libro La cárcel del feminismo
es precisamente esa: el feminismo islámico es una redundancia, el islam es
igualitario.
Lo que no está mal como punto de partida, sin
embargo Pérez Álvarez y Rebollo Ábalos recuerdan que Fátima, en El Harén político. El profeta y las mujeres,
«desvela el importante
papel de las mujeres del Profeta, al tiempo que hace una reflexión histórica
sobre la misoginia en el Islam a través de la manipulación de los exegetas del
mensaje coránico»[1].
Por otro lado, Cepedello Boiso considera que
la mayor parte de las críticas «achacan
a Mernissi su incapacidad para constituir un modelo feminista de pensamiento
realmente descolonial, al mantenerse fiel, por un lado, a muchos de los
elementos característicos del modelo hegemónico occidental y, por otro, a gran
parte de los rasgos más relevantes de la tradición coránica». Sin embargo, señala también este
estudioso que esos ataques no han tenido en cuenta «sus numerosos escritos en los que
denuncia los elementos negativos que marcan profundamente el desarrollo
histórico y la realidad contemporánea, tanto del ámbito occidental como del
islámico».
Son constantes, por ejemplo, en la obra de Mernissi las denuncias contra el
capitalismo global y sus métodos de imposición colonial, así como «las espurias herramientas ideológicas
utilizadas por la doctrina ortodoxa islámica para perpetuar estructuras de
poder basadas en el sometimiento, la exclusión y la invisibilidad de amplios
sectores de las sociedades musulmanas, entre ellos, de manera significativa, el
de un colectivo en su totalidad, las mujeres»[2].
Todo lo cual representa un esfuerzo
quijotesco de la primera gran cineasta marroquí para dignificar el papel de la
mujer y recuperar para ellas el papel que verdaderamente le corresponde en las sociedades islámicas, pues la cosa va de espiritualidad
humana y no del sometimiento de la mujer al hombre, una actitud que provoca
urticarias en el alma.
Francisco Javier Rodríguez Barranco
[1] M.ª Ángeles Pérez Álvarez y M.ª José Rebollo Ábalos, «El Islam en la vida de la
mujer a través de los tiempos» en Cauriensia, Vol. IV,
Universidad de Extremadura, 2009, p. 229.
[2]
José Cepedello Boiso, «Fátima Mernissi: un hito esencial en la historia del
feminismo islámico» en Revista Internacional de Pensamiento Político – I Época - Vol. 10,
Universidad Pablo de Olavide, 2015, p. 182.
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