sábado, 2 de enero de 2021

EL FORTALECIMIENTO DE LA MUJER EN 'CITY OF JOY'

 



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                Y si de la guerra del Congo hablamos, es necesario recordar el documental City of Joy (2016), de Madeleine Gavin, que cuenta con entrevistas a:

-          Doctor ginecólogo Denis Mukwege Mukengere, que luego en 2018 sería galardonado con el Premio Nobel de la Paz.

-          La activista Christine Schuler-Deschryver, cuyo padre era belga y la madre congoleña, lo que no fue aceptado por la familia del padre. Para Christine es motivo de vergüenza que su abuelo fuera un colonizador. El padre, en cambio, sí mostró mucha mayor empatía por la población congoleña.

-          La cineasta Eve Ensler, que se había hecho famosa en 2002 al dirigir el documental Monólogos de la vagina. Posteriormente ha sido entrevistada para otros documentales, por lo que, se trataba de alguien conocido, lo que no satisfizo inicialmente a Christine, que estaba harta de que las celebridades llegaran al Congo para hacer fotos a sus habitantes como si estuvieran en un zoo.



Denis, Christine y Eve son los cofundadores de City of Joy, Ciudad de la alegría. Pero entre las intervenciones de las mujeres acogidas a esta iniciativa se encuentra Jane Mukunilwa, cuya historia es atroz, como las de las demás mujeres en ese recinto. No es la única de ellas en intervenir, pero sí la que más lo hace y en un momento dado, Jane cuenta que ella perdió la vagina y ahora solo tiene un agujero.

El doctor Mukwege tenía un hospital en Lemera, pero en 1996 soldados procedentes de Ruanda entraron en el Congo, destruyeron ese hospital y mataron a todas las mujeres que están ingresadas en él. Pero los soldados no son realmente soldados, sino milicianos, que no tienen cultura ni nada que perder.

Por eso se trasladó a Bukavu y abrió el hospital de Panzi.

En 2007 tuvo lugar la primera reunión para crear City of Joy, que fue inaugurado en 2011.


     La cuestión básica, según explica Christine, es la existencia de lo que ella califica como terrorismo sexual, es decir, en aquellas zonas con más posibilidades mineras, grupos de milicianos asesinan hombres, mujeres y niños, pero violan salvajemente a las mujeres antes de matarlas, algunas de las cuales consigue escapar. Han llegado a darse violaciones a niñas de 4 años e incluso de 6 meses.

Ante esa situación, grandes masas de población se han desplazado hasta Bukavu, dejando las manos libres a las grandes multinacionales de muchos países occidentales y China para poder explotar las minas a su antojo, en busca, entre otros, del coltán, que es muy apreciado para la fabricación de ordenadores.

Tan sencillo y tan espeluznante como eso.


De ahí que Christine esté convencida que la guerra en el Congo no acabará nunca, al menos, mientras haya minerales que extraer. Para esta activista, es muy significativo que la guerra de Bosnia acabara en años y medio: estaba en el corazón de Europa y no había intereses económicos en que continuara. Pero la guerra en el Congo es una realidad cotidiana, que dura ya varias décadas y de la que ya no se ocupan los informativos. Podemos pensar que ha terminado, pero la existencia de un centro de acogida como City of Joy demuestra lo contrario.

Lo que se busca con la Ciudad de la Alegría es que las mujeres que han sufrido tan espantosos ataques puedan transformar el dolor en fuerza, según consta en el lema de esta institución. Cambiar la mentalidad para afianzar a la mujer en su derecho a existir. Superar el miedo. Que estas chicas que han sufrido tanto sean líderes de sus comunidades.: llevará tiempo, pero es algo en lo que Christine, Eve y el doctor creen. Que no sean siempre infelices, que superen esos traumas y sean mujeres líderes, que son capaces de desarrollar su vida y enseñar a otras mujeres a desarrollarla. Hay que detener la violencia como estrategia bélica, detener las violaciones salvajes.


       Para ello, lo primero es convencerlas de que la palabra “vagina”, “Cuma”, como dicen ellas, no es pecado, de la misma manera que no es pecado decir “mano”. Muchas de estas mujeres ni siquiera se habían atrevido a mirar sus genitales con un espejo. Por ello, se les anima a que lo hagan y lo dibujen.

Eve insiste mucho en que ellas sientan que ocupan un lugar en el espacio, porque de esa manera serán conscientes de que están vivas y que su vida merece ser tenida en cuenta. Hay talleres textiles, bailan, Eve desarrolla una actividad de risoterapia, un juego, en realidad, y hay profesores de defensa personal.

También se les anima a contar su historia, que cada una saque fuera todo el sufrimiento que llevan dentro, con honestidad. Eve, por ejemplo,  desvela que fue violada reiteradamente por su padre cuando era niña, lo que a Jane le hizo pensar que esas cosas también pasaban en Occidente.


      Un hecho que estuvo a punto de acabar con la presencia del doctor Mukwege en este iniciativa es que cuando regresó a casa después de haber intervenido en Naciones Unidas el 25 de octubre de 2012, descubrió que sus hijas y sus sobrinas eran rehenes de un grupo armado que no ha sido identificado hasta la fecha, ni parece que haya interés por desenmascararlo, pero alguien le disparó. Lo dejó todo y huyó de la zona hasta que recuperó el compromiso por la actitud de numerosas mujeres que vendieron todas las frutas que pudieron para pagarle el viaje de vuelta. Desde entonces no vive en su casa, sino en el hospital, que tan solo abandona para ir a City of Joy, protegido por siete guardaespaldas.

¿Qué clase de futuro, se pregunta el doctor Mukwege,  puede esperar a los niños que han visto como mataban a sus padres y violado a sus madres, muchas de ellas asesinadas tras la agresión? Todo esto implica la destrucción total de la familia y la comunidad. El doctor lamenta que los bosques ya no son el espacio para el romanticismo, sino el escenario de la muerte y por ello ya nadie cultiva nada. Christine por su parte recuerda que para una niña de cuatro años que sobrevivió milagrosamente a una masacre y ha sido adoptada por ella la mayor bendición es tener las piernas largas para huir mejor.



Una vez que terminan las actividades, las mujeres se gradúan y emprenden una campaña similar para ayudar a otras mujeres. Se citan los siguientes ejemplos:

Zwadi trabaja como abogada defensora de las mujeres supervivientes de violencia de género.

Jackie ha creado cooperativas agrícolas en el este del Congo y forma parte del equipo de seguridad de City of Joy.

Sandra terminó la educación secundaria y ahora estudia enfermería.

Rousseau dirige un hogar para ancianas que se habían separado de sus familias.

Tulizo ha trabajado con niños que se quedaron huérfanos por la guerra y terminó su formación como peluquera.

Jane es ahora trabajadora social y líder en City of Joy.

Y la película finaliza con este dato: 180 mujeres se gradúan en City of Joy cada año.


Fco. Javier Rodríguez Barranco


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