Autor: Francisco Javier Rodríguez Barranco
Ediciones Azimut
Año de publicación: 2017
352 páginas
Fotos
del Festival de Cine de Nashville: Mags Kandis
Bueno, tampoco creo que fueran
exactamente 50 las famosas sombras, que quizá deberían haberse traducido por
‘oscuridades’, que es otra acepción que permite el nombre original en
inglés, shades, y que a mí
personalmente me parece más ajustado al libro, primero, y película, después.
Pero no voy a ponerme demasiado
tiquismiquis con lo de las traducciones de los títulos cuando yo mismo no he
sido capaz de cumplir con los tres parámetros básicos mediante los que quería
definir este libro. Y es que 50, lo que se dice 50, no son exactamente 50 los
largometrajes analizados en este ensayo. Consciente de que no sería capaz de
satisfacer ese criterio básico, intenté, al menos, que fueran 50 los artículos
contenidos, pero que si quieres arroz, Catalina. Y el caso es que lo tenía más
o menos controlado hasta que me surgió la oportunidad de ir a la segunda mitad
de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI) y ahí ya sí que
resultó imposible someterme a cualquier tipo contención, porque fueron tantas
las películas de calidad que se ponían al alcance de mis ojos y tan cargadas de
sugerencias, que no pude mantener la coherencia conmigo mismo, pero de verdad,
que si se coteja el índice con serenidad, se comprobará que andaba todavía por
el artículo cuarenta y muchos cuando empecé las reseñas sobre la SEMINCI.
De todos modos, ya había incumplido
las otras dos coordenadas, porque pelis no son. Creo que he tenido la inmensa
fortuna de disfrutar de una amplísima selección de señoras películas, a quienes
cualquier diminutivo les resulta injusto. Tan sólo a mí se me ocurre utilizar
un término tan familiar para categorizar a estas auténticas maravillas que
expongo ahora a la benevolencia del amable lector. Tuve dudas con dos o tres,
que ya se verá en el texto cuáles fueron, acerca de si incluirlas o no en este
análisis, pero creo que todas ellas son una muestra algo más que honrosa del
cine que hemos podido disfrutar en los últimos años, si bien de manera
relativa, pues muchas de estos filmes son carne de festivales y poco más. Si
llegan a las salas comerciales, lo hacen en locales tan sólo conocidas por una
inmensa minoría, lo que no deja de producirme una cierta sensación de tristeza.
Y tampoco son de hoy en el sentido
estricto con el que quise arropar esa idea, es decir, películas estrenadas
entre 2011 y 2015, pero es que no podía dejar fuera de este estudio El gran Lebowski, de los hermanos Coen,
caramba. No se me puede pedir eso.
Iba
a ser ésta, por tanto, la única transgresión a mi propia regla, pero de nuevo
tropecé con la SEMINCI y ¿quién se atreve a excluir Nubes pasajeras, de Aki Kaurismäki en un libro que pretende ser un
homenaje al cine, de nuestros días, pero cine, sobre todo cuando en Valladolid
me lo pusieron tan fácil? Que vamos a ver, que yo no pretendo echarle la culpa
de todos mis incumplimientos a esa semana de cine, pero es que no ayuda a mi
ética como ensayista que me pongan las vulneraciones de mis propias consignas
tan fáciles. Y no fueron sólo las dos películas recién mencionadas las únicas
inobservancias: hay alguna más, no muchas, pero alguna otra hay anterior a
2011. Ya lo comprobarán ustedes.
Total, que al final, ni 50, ni
pelis, ni de hoy. En fin.
He procurado también dar cabida al
mayor número posible de géneros cinematográficos, con el natural recelo que me
inspira la palabra “género” referida a una actividad artística, pero de lo que
se trataba era de abordar el mayor número de opciones a nuestro alcance.
En cuanto a los criterios de
selección, ha habido uno básico, que es el de la propia calidad artística, pero
han existido otros, como el de que fueran largometrajes que enlazaran con
determinadas cuestiones ideológicas o culturales. Otras películas han sido
elegidas porque eran buenas películas, es decir, con arreglo a un criterio
meramente cinematográfico, porque al fin y al cabo, se trataba de escribir un
libro de cine, pero sí que he dado gran importancia a lo que decía antes: las
referencias conceptuales o estéticas con las que podía relacionar cada uno de
los filmes analizados. Creo que de esa manera se concede al cine el lugar que
le corresponde en el conjunto de las artes o las ideas del hombre.
Y aunque son más de 50, significativamente más de 50 (lo siento) las películas analizadas, no son todas las que he visto
durante los últimos años. Gozo del privilegio de ir al cine con regularidad y
es un placer del que no me gusta privarme. Podía haber completado un libro por
año, y quizá en ese caso si hubiera sido fiel al número 50, pero no quería que
esto fuera un anuario en el sentido estricto de la palabra, sino más bien una
visión a una escala mayor de cómo se está desarrollando el cine, el cine de
calidad obviamente, en nuestros días. Así que intenté que, como suele
comentarse en estos casos, no estuvieran todas las que son, pero sí fueran
todas las que están.
Al final del libro ofrezco un
apéndice con las fichas técnicas de las películas según aparecen en el texto,
pero dejo ya las prometidas semblanzas fílmicas a su entera disposición y
finalizo un prólogo que me propuse que no fuera superior a una página, pero ya
se ve que la fidelidad a mis propias convicciones no es lo mío.
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