En
España disponemos de maravillosos ejemplos, como La comunidad o Balada triste
de trompeta, ambas de Alex de la Iglesia, como es de sobra conocido, y
podríamos también incluir El milagro de P
Tinto, de Javier Fesser, el caso es que de hace unos dieciséis años a esta
parte las escenas más sanguinolentas despiertan en determinados sectores del
público cinematográfico las mismas carcajadas que los tartazos en las películas
de Stan Laurel y Oliver Hardy: “¡Mira cómo le revientan a éste la cabeza!”, “¡Mira
cómo le explota el pecho!” “¡Ja, ja, ja, ja!”. Y bueno, yo no voy a realizar
juicios de valores con respecto a los gustos del público: me limito a dejar
constancia del fenómeno.
Y seguro que podríamos rastrear mucho más en el cine
nacional o internacional. Mencionar a Quentin Tarantino, así como Tú asesina, que nosotras limpiamos la sangre
(titulada originalmente Curdled), de
Reb Braddock, me parece de obligado cumplimiento.
Sin embargo, con ser muy importantes los ejemplos
propuestos, creo que funcionan como iniciativas aisladas, siendo así que lo que
me está sorprendiendo en la 24 edición del Festival de Cine Fantástico de la
Universidad de Málaga (Fancine) es la consolidación de lo cruento cómico como
un género propio.
Por ello, cuando nos hallamos aún en el ecuador del
evento, he tenido la oportunidad de asistir a tres filmes de tres latitudes
bien distintas, Francia, Estados Unidos y Nueva Zelanda, donde se puede
apreciar perfectamente lo que he comentado en el párrafo anterior. La cuarta
película que he disfrutado hasta ahora, It
follows, de David Robert Mitchell, si bien magníficamente construida
mediante una historia en todo momento coherente con la idea esencial que desencadena
el miedo de los protagonistas, cabría inscribirla en los cánones clásicos del
cine fantástico.
Quiero, pues, centrarme en las otras tres películas
aludidas. En cuanto a la francesa, Goal
of the Dead, dirigida por Benjamin Rocher y Thierry Poiraud,
no puede decirse que sea un ejercicio de finura humorística, no es, desde luego
el toque chic que uno espera
encontrar en el cine del país vecino, pero sí es la que apuesta más
directamente a provocar el desternillamiento del espectador. Baste tan sólo
reseñar que, en un momento dado, un futbolista veterano intenta ligar con una
periodista en medio de un magma de zombis o pseudozombis, siendo así que
previamente pudo haber habido una noche de sexo entre ambos, que se desbarató
por el lamentable estado de intoxicación etílica del deportista; o una arenga del entrenador del equipo, con música heroica de fondo, cuando está a punto de ser devorado, y él lo sabe, entre un
sinfín de gags que apuntan sobre
seguro hacia la carcajada del público. También se aprecia una actitud cómica
con respecto a Hulk, pues todo
arranca con una poción mágica. Digamos que en esta ocasión al druida Panoramix se le va un poco la mano.
En cuanto a la norteamericana, The Guest, de Adam Wingard, la obsesión
gringa por conseguir el supersoldado, que venza en todas las guerras, ya es de
por sí una situación manifiestamente esperpentizable. En tal sentido, no me
parece desatinado afirmar la intención paródica con respecto a Rambo. Acontece, no obstante, que una
situación tan ridícula como ésa se resuelve en una auténtica orgía de sangre.
Los golpes de humor, en sentido estricto, quizá sean menores en número en cuanto
a la producción francesa recién aludida (quizá podamos destacar una escena en
la que, cuando peligra la vida de ambos, un profesor se preocupa
escrupulosamente por el cumplimiento del castigo de un alumno), pero la
intención irónica es bastante evidente.
Por fin, en cuanto a la película
neozelandesa, Housebound, de Gerard
Johnstone, sobre un inicio social y un nudo que despista al espectador, pues le
hace creer que va a asistir a una película más de casas encantadas, poco a poco
el humor va ganando posiciones, que comienzan con toques de reminiscencias British, gracias a frases como “No puedes
acusar a nadie de asesinato cuando está tomando té” y desembocan en una cabeza
que estalla, entre las carcajadas generalizadas del público. El tartazo, ya lo
decíamos al principio.
Así como también decíamos que no era nuestra intención
analizar los gustos del respetable. Lo que me he propuesto en este artículo ha
sido enumerar tres ejemplos de comicidad en lo macabro, que está muy por encima
de las burdas astracanadas en contrasagas del tipo Scary Movie. Y todo ello mediante tres filmes del año actual, 2014,
a los que he podido asistir sucesivamente en el Fancine. De esta manera,
situaciones tópicas como los experimentos científicos fallidos, o las mansiones
de fantasmas, se subvierten mediante el humor y quizá estemos asistiendo al triunfo
de un nuevo género, lo sanguinario cómico, o quizá un subgénero dentro de algo
tan manido como el horror paranormal. Nunca se sabe.
En cualquier caso, quiero cerrar esta reseña comentando
las enormes posibilidades que tal opción, es decir, el espanto risible,
permiten a la cinematografía futura.
Francisco
Javier Rodríguez Barranco
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