lunes, 24 de noviembre de 2014

MORIRSE DE LA RISA EN EL 24 FESTIVAL DE CINE FANTÁSTICO DE LA UNIVERSIDAD DE MÁLAGA


En España disponemos de maravillosos ejemplos, como La comunidad o Balada triste de trompeta, ambas de Alex de la Iglesia, como es de sobra conocido, y podríamos también incluir El milagro de P Tinto, de Javier Fesser, el caso es que de hace unos dieciséis años a esta parte las escenas más sanguinolentas despiertan en determinados sectores del público cinematográfico las mismas carcajadas que los tartazos en las películas de Stan Laurel y Oliver Hardy: “¡Mira cómo le revientan a éste la cabeza!”, “¡Mira cómo le explota el pecho!” “¡Ja, ja, ja, ja!”. Y bueno, yo no voy a realizar juicios de valores con respecto a los gustos del público: me limito a dejar constancia del fenómeno.

            Y seguro que podríamos rastrear mucho más en el cine nacional o internacional. Mencionar a Quentin Tarantino, así como Tú asesina, que nosotras limpiamos la sangre (titulada originalmente Curdled), de Reb Braddock, me parece de obligado cumplimiento.

            Sin embargo, con ser muy importantes los ejemplos propuestos, creo que funcionan como iniciativas aisladas, siendo así que lo que me está sorprendiendo en la 24 edición del Festival de Cine Fantástico de la Universidad de Málaga (Fancine) es la consolidación de lo cruento cómico como un género propio.

            Por ello, cuando nos hallamos aún en el ecuador del evento, he tenido la oportunidad de asistir a tres filmes de tres latitudes bien distintas, Francia, Estados Unidos y Nueva Zelanda, donde se puede apreciar perfectamente lo que he comentado en el párrafo anterior. La cuarta película que he disfrutado hasta ahora, It follows, de David Robert Mitchell, si bien magníficamente construida mediante una historia en todo momento coherente con la idea esencial que desencadena el miedo de los protagonistas, cabría inscribirla en los cánones clásicos del cine fantástico.


            Quiero, pues, centrarme en las otras tres películas aludidas. En cuanto a la francesa, Goal of the Dead, dirigida por Benjamin Rocher y Thierry Poiraud, no puede decirse que sea un ejercicio de finura humorística, no es, desde luego el toque chic que uno espera encontrar en el cine del país vecino, pero sí es la que apuesta más directamente a provocar el desternillamiento del espectador. Baste tan sólo reseñar que, en un momento dado, un futbolista veterano intenta ligar con una periodista en medio de un magma de zombis o pseudozombis, siendo así que previamente pudo haber habido una noche de sexo entre ambos, que se desbarató por el lamentable estado de intoxicación etílica del deportista; o una arenga del entrenador del equipo, con música heroica de fondo, cuando está a punto de ser devorado, y él lo sabe, entre un sinfín de gags que apuntan sobre seguro hacia la carcajada del público. También se aprecia una actitud cómica con respecto a Hulk, pues todo arranca con una poción mágica. Digamos que en esta ocasión al druida Panoramix se le va un poco la mano.



            En cuanto a la norteamericana, The Guest, de Adam Wingard, la obsesión gringa por conseguir el supersoldado, que venza en todas las guerras, ya es de por sí una situación manifiestamente esperpentizable. En tal sentido, no me parece desatinado afirmar la intención paródica con respecto a Rambo. Acontece, no obstante, que una situación tan ridícula como ésa se resuelve en una auténtica orgía de sangre. Los golpes de humor, en sentido estricto, quizá sean menores en número en cuanto a la producción francesa recién aludida (quizá podamos destacar una escena en la que, cuando peligra la vida de ambos, un profesor se preocupa escrupulosamente por el cumplimiento del castigo de un alumno), pero la intención irónica es bastante evidente.



            Por fin, en cuanto a la película neozelandesa, Housebound, de Gerard Johnstone, sobre un inicio social y un nudo que despista al espectador, pues le hace creer que va a asistir a una película más de casas encantadas, poco a poco el humor va ganando posiciones, que comienzan con toques de reminiscencias British, gracias a frases como “No puedes acusar a nadie de asesinato cuando está tomando té” y desembocan en una cabeza que estalla, entre las carcajadas generalizadas del público. El tartazo, ya lo decíamos al principio.

            Así como también decíamos que no era nuestra intención analizar los gustos del respetable. Lo que me he propuesto en este artículo ha sido enumerar tres ejemplos de comicidad en lo macabro, que está muy por encima de las burdas astracanadas en contrasagas del tipo Scary Movie. Y todo ello mediante tres filmes del año actual, 2014, a los que he podido asistir sucesivamente en el Fancine. De esta manera, situaciones tópicas como los experimentos científicos fallidos, o las mansiones de fantasmas, se subvierten mediante el humor y quizá estemos asistiendo al triunfo de un nuevo género, lo sanguinario cómico, o quizá un subgénero dentro de algo tan manido como el horror paranormal. Nunca se sabe.


            En cualquier caso, quiero cerrar esta reseña comentando las enormes posibilidades que tal opción, es decir, el espanto risible, permiten a la cinematografía futura. 

Francisco Javier Rodríguez Barranco

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