31 de mayo de 2022
Ciertamente, uno no puede ver todo lo que le gustaría en un
festival con una cartelera tan diversificada como el FCAT. Uno no puede estar
en tres salas a la vez, según le gustaría. Uno no tiene más remedio que dejarse
guiar por una cierta intuición para elegir entre lo bueno lo que quizá pueda
agradarle más. Y, a veces, el azar le permite encontrar un nexo entre las
películas seleccionadas para el día: ayer fueron el existencialismo y las
guerras los denominadores comunes de las cintas visionadas y hoy he podido
asistir a dos semblanzas de África desde dos puntos de vista bastante nítidos:
la mujer en la marfileña Visages de
femmes (1985), de Désiré Ecaré, y la juventud en Nous, étudiants! (2022), de Rafiki Fariala, un documental de la
República Centroafricana.
Pincha aquí para ver trálier
de Visages de femmes.
Iniciamos nuestro análisis por orden cronológico de rodaje
con Visages de femmes, probablemente
la película más erótica de la historia del cine africano y que transcurre en
dos lugares: el poblado de Lopou durante la primera mitad del filme y la
segunda en Abiyán, la principal ciudad portuaria de Costa de Marfil, de la que
solo se muestra una factoría de ahumado de pescado, el mercado y el porche de
una villa residencial.
Como dato curioso hay que comentar que la parte de Lopou se
rodó en 1973 y, por razones presupuestarias, hubo que esperar hasta 1983 para
grabar la mitad e Abiyán. Cabe señalar también que Visages de femmes fue galardonada con el Premio FIPRESCI en el
Festival de Cannes de 1985.
Otra anécdota reseñable, aunque en este caso negativa, es
que, precisamente por el alto contenido erótico de una determinada escena, este
largometraje fue censurado en toda África por lo que se llegó al absurdo de que
una película africana hecha por y para África se podía ver en cualquier lugar
del mundo, menos en África, algo que indignó bastante a su director, como no
podía ser de otra manera. Poco a poco, algunos países del continente vecino,
como Argelia, permitieron su exhibición en salas, y llegó incluso a las
pantallas en Costa de Marfil, pero se trata de una cinta que no ha gozado de
distribución estándar en su continente.
¿Y en qué consiste esa escena tan erótica que escandalizó a
los censores marfileños, africanos, en general? Pues en una secuencia de sexo entre un hombre y una
mujer en el interior de un río y en la ribera del mismo. Rodado sin prisas y
sin artificios, este momento de gran carga erótica cumple una función
importante, pues es la mujer quien lleva la iniciativa del coito, o coitos,
porque hay más de uno. Así, por ejemplo, en los primeros compases previos al
apareamiento, la chica le dice al hombre: “¿Qué haces?”; una pregunta que no
halla respuesta, pues la lengua del chico está entretenida en la zona genital
femenina, y que desconcierta al espectador, que, a su vez, se pregunta: “¿Pero
cómo que qué hace? Si ha sido ella quien ha inducido al hombre al sexo”;
porque, en efecto, parece que la chica mantiene una actitud ambigua de
excitación-rechazo del hombre. Pero no, nada más lejos de la realidad, porque
la siguiente frase de la mujer despeja todas las dudas: “Pudiendo follarme y te
entretienes con tonterías”.
Por lo tanto, es ella quien está ejerciendo el
empoderamiento erótico, es ella quien dirige toda la acción y es ella quien
toma las riendas del acto sexual, que es exactamente el mensaje que quiere
transmitir Ecaré con Visages de femmes:
incluso en un poblado bastante primitivo, el director marfileño reivindica la
liberación femenina y un cambio de actitud social que iguale los roles de los
dos sexos.
Para mayor abundamiento, una mujer casada mantiene
relaciones sexuales con el hermano de su marido, porque así lo ha decidido
ella, como si de Emma Bovary o Anna Karenina se tratara, solo que en este caso
en el África profunda, y todo ello cuando el hombre considera que la mujer es
su esclava, algo que no sucedía en la cultura tradicional africana, con un
fuerte componente matriarcal, que se vio subvertido con la llegada de las
religiones monoteístas.
El hombre considera que puede castigar físicamente a la
mujer y de ahí que el eslabón entre la mitad de la película rodada en el
poblado y la grabada en Abiyán sean unas clases de kárate para mujeres con un
mensaje implícito bastante elocuente: “Mujer, aprende a defenderte por ti
misma”.
El segundo fragmento de esta cinta nos muestra a una mujer
en su madurez que es una empresaria en el sector del ahumado de pescado y que
sostiene económicamente a toda su familia, incluido el marido y su (de ella)
hermano, pues a tal punto ha llegado su independencia financiera. En esta
ocasión, el contrapunto ideológico lo aportan las hijas de la mujer empresaria,
que consideran que unas buenas nalgas han movido, mueven y moverán el mundo. En
ese contexto tan fuertemente testosteronizado, un personaje recrimina a la
mujer emprendedora que tenga demasiados proyectos para ser mujer, pues, no del
todo satisfecha con el ahumado de pescado, quiere abrir unos restaurantes de
makis.
A modo de resumen: rodada sin alardes técnicos y con gran
protagonismo de los bailes tradiciones africanos, no puede ser más evidente el
apoyo de Ecaré a la liberación de la mujer en Visages de femmes.
Pincha aquí para ver tráiler de Nous, étudiants!
La otra semblanza que el azar me ha permitido en las
películas de hoy es la juventud en Nous,
étudiants!, de Rafiki Fariala, como ya se ha mencionado. ¿Y qué imagen nos
transmite Rafiki de la juventud en este documental? Pues bastante
desesperanzada desde la primera escena. Jóvenes sin horizontes que asisten a
clases de Economía en la Universidad de Bangui, que no se parece en nada a esos
supermegachachicampus de las películas made
in USA, donde las principales preocupaciones de los estudiantes rubios con
ojos azules consisten en el nivel de popularidad social o en quién les
acompañará al baile de fin de curso: ¡EL BAILE! (con mayúsculas).
Totalmente alejado de esas aulas de algodón, Fariala nos
muestra una situación de pobreza extrema entre los estudiantes centroafricanos,
víctimas de una corrupción, cuyo eslabón más alto son los viejos, que mienten
en la edad para no jubilarse, impidiendo con ello que los jóvenes ocupen su
lugar en el mundo laboral, la Policía les hostiga reiteradamente, etc.
Desesperanza, hastío, desigualdades sociales agudas son los ingredientes
principales de sus condiciones de vida. Sobreviven, pues, en circunstancias
miserables, realizando trabajos miserables para asegurarse unos ingresos que
les permitan comer de vez en cuando y la pregunta que se hace uno de ellos,
concretamente Néstor, que se interpreta a sí mismo, es bastante evidente: “¿Por
qué?”.
Es así que hablar de Adam Smith o de Keynes entre estos
estudiantes resulta un cruel sarcasmo cuando tu vida se desarrolla en un
contexto con tantas carencias, las estudiantes femeninas padecen el acoso
sexual de los profesores, las clases se imparten en unas aulas miserables, los
estudiantes no tienen casi ni luz eléctrica y la religión, que aparece durante
toda la película en diferentes contextos, ayuda muy poco.
Y, bueno, lo que voy a decir a continuación es una
obviedad, pero no por ello menos cierta: la juventud es el impulso necesario en
cualquier país y, de ahí que, una juventud sin horizontes equivale a una
sociedad sin horizontes, como vemos en esta película, donde los universitarios
han de regresar a los trabajos menos cualificados, incluso después de
licenciarse.
La mujer y la juventud, por lo tanto, como los dos grandes pilares de reivindicaciones sociales.
Fco. Javier Rodríguez Barranco
No hay comentarios:
Publicar un comentario