A lo largo de su historia, el mundo de la edición pasa por distintas
transformaciones y, sobre todo, va siempre más allá de un ámbito puramente nacional.
Hasta el comienzo de la Guerra Civil, España era la máxima potencia en este
campo y apenas se conocía el mercado de Latinoamérica, aunque no por ello se
perdía el interés. Tras la guerra, fueron más de 20 000 españoles los que
exiliaron al sur de Francia y a México, a la vez que en España se iniciaba un
proceso de cambio que deterioraría la industria de la edición debido a factores
como la censura, la represión política y las carencias materiales. En ese
momento, los exiliados en Latinoamérica empezaban a conocer el encanto de
México y cayeron fascinados ante un país tan interesante y culturalmente
atractivo, por lo que muchos de ellos decidieron establecerse definitivamente
allí.
En los años sesenta, durante los procesos de modernización cultural y
política, los editores y los exiliados tuvieron un papel fundamental y, tan
solo una década después, México consiguió convertirse en el principal receptor
de los libros españoles. No obstante, tras la muerte de Franco, los papeles se
invirtieron y las editoriales en España comenzaron a aflorar: ya no solo crecían
las potencias más grandes —Planeta y Penguin Random House—, sino que también lo
hacían las editoriales medianas y más pequeñas. Aun así, las relaciones entre
ambos países se mantenían cada vez con unos lazos más estrechos. Tanto es así
que las nuevas editoriales que surgen a finales del siglo XX nacen ya internacionales, teniendo
siempre en cuenta el mercado latinoamericano.
Por otra parte, muchos de los exiliados eran profesores o intelectuales, lo
cual hizo mucho más fácil el cambio en la edición. Uno de aquellos
intelectuales fue José Moreno Villa, quien, pese a estar a caballo entre dos
grandes generaciones —la Generación del 98 y la del 27—, pasó desapercibido
entre los nombres que de aquella época se conocen. Sin embargo, no por eso su
producción literaria es menos cuantiosa o de menor calidad.
Para comenzar, es importante tener en cuenta el contexto en el que vivió. Moreno
Villa nació en Málaga en 1887 en el seno de una familia burguesa, estudió desde
los 10 años en un internado —aunque se rebeló contra ciertos profesores de la
institución y acabó examinándose del bachillerato por libre— y acudió a clases
con el pintor Fernández Alvarado gracias a su afición por la pintura. En su
adolescencia, a pesar de que sus padres lo mandaron a Alemania a estudiar
química para ayudar con el negocio de vino familiar, Moreno Villa aprovechó su
estancia para conocer a distintos escritores del país. Al igual que en
Alemania, en Málaga conoció a otros jóvenes poetas durante los años veinte, con
los que después pondría en circulación la revista Litoral. También puso rumbo a Madrid para estudiar arte y en la
Residencia de Estudiantes conoció a intelectuales como García Lorca, Dalí y
Buñuel. Sin embargo, cuando estalló la Guerra Civil, inició su exilio y se
estableció en México, donde viviría hasta el fin de sus días sin regresar jamás
a España. Cuando finalizó la guerra, la Residencia de Estudiantes devolvió
pinturas, dibujos y varios objetos personales al Instituto Diego Velázquez, las
cuales luego pasaron a componer la colección de Moreno Villa en el Museo de
Málaga.
José Moreno no solo destacó en aspectos como la poesía y la pintura, sino
que también fue dibujante, ensayista, crítico de arte y traductor de alemán,
entre otras muchas disciplinas. Su intensa y extensa producción artística,
literaria y cultural ayudó a transformar las tendencias de aquella época y
fueron muchos autores —como García Lorca o Alberti— los que bebieron de sus
ideas para dar nuevas formas a sus creaciones. En cuanto a sus obras, podemos
destacar entre la poesía obras como Jacinta
la Pelirroja. Poema en poemas y dibujos y Evoluciones. Cuentos, Caprichos, Bestiario, Epitafios y Obras paralelas,
su autobiografía Vida en claro o su Antología Poética, junto con su Bestiario.
No obstante, aquí investigaremos a Moreno Villa en su producción micronarrativa.
Una vez más, a pesar de su gran calidad y de caracterizarse por ser uno de los
pioneros en el género, sus obras quedaron eclipsadas por otros escritores. Pero
las historias de este autor despiertan un especial interés entre los amantes
del género. En Microrrelatos se
incluye una reedición de Evoluciones con
distintas narraciones. En primer lugar, en el Libro I de la
colección, el autor pone de manifiesto su conocimiento sobre la historia de
España y refleja aspectos como la arquitectura o varios acontecimientos reales.
Este último es el caso de los relatos de Sabandijas
humanas —acompañados de las ilustraciones de Daniela Miazzo—, inspirados en
los retratos de bufones y sirvientes de la corte de Felipe IV que pintó Velázquez. Para el Libro II:
Bestiario, Moreno Villa redacta tanto textos de carácter descriptivo y
didáctico, como historias con sentido alegórico o simbólico. En ellas, los
protagonistas son los mismos animales. Este tipo de relatos y los herbarios fueron
muy populares durante la Edad Media, aunque con el tiempo se sustituyeron por
textos de carácter científico. Por último, esta obra se cierra con «Juicio»,
que quizás destaca más por su carácter ensayista.
La idea de Microrrelatos surgió
con motivo del centenario de la publicación de la anterior colección —Evoluciones. Cuentos, Caprichos, Bestiario,
Epitafios y Obras paralelas— para darle el reconocimiento que merece al
autor, José Moreno Villa, y al conjunto de sus creaciones, no solo literarias.
Es por eso que, junto con las ilustraciones de Daniela Miazzo, se incluyen otras
del propio autor. Además, puede encontrarse una interesante introducción
crítica de Darío Hernández, profesor en la Universidad de La Laguna.
Si todo lo anterior ha despertado algún interés en ti, en Ediciones Azimut
te animamos a leer Microrrelatos y a
disfrutar de las pequeñas y curiosas narraciones que el malagueño José Moreno
Villa puso a nuestra disposición hace no tanto tiempo, pasando desde relatos
cotidianos de ciertos personajes históricos hasta descubrir moralejas e ironías
con los distintos animales de la colección, entre muchas otras historias.
Ana Castro Méndez
La lectura española no me suele llamar la atención, pero creo que en este caso me ha despertado cierto interés Microrrelatos, y tendré que echarle un ojo con muchas ganas!
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