Los
aficionados a este festival de cine, y debo reconocer que en mi caso es una
adicción, pudieron disfrutar en la edición del año pasado de Mother, I Am Suffocating. This Is My Last Film About You, otra película cuyo título tampoco ha sido traducido al
español: debe ser que nadie se atreve a tocarle ni una coma, y cuya sinopsis
oficial es esta: “Una mujer camina por las calles de Lesoto llevando una cruz
de madera sobre su espalda. Esta metáfora sobre un Jesucristo moderno en África
es utilizada para llevar a cabo una reflexión sobre el exilio y la emigración
en la actualidad”. Con otras palabras, África y la mujer para reflexionar acerca
de cuestiones sociales, algo para lo que hallamos un paralelismo en la película
que nos ocupa, pues la trama, digamos, tangible de This Is Not a Burial, I’ts a Resurrection consiste en el desalojo
de una aldea para la construcción de una presa y el traslado de sus habitantes
a la capital, lo que no deja de ser un eufemismo de las deportaciones de toda
la vida.
Mosese
se vale para plantear su película de una de las cuestiones teológicas
esenciales en Mother, I Am Suffocating.This Is My Last Film About You, según hemos mencionado más arriba, y lo
mismo hace con This Is Not a Burial, I’ts
a Resurrection, que está llena de elementos cristianos: sin ir más lejos,
en una cinta que proclama la resurrección en el título, un jinete asesinado,
presuntamente por quienes tienen interés en construir la presa que destruirá la
aldea, se llama Lázaro. Pero lo que verdaderamente refleja este director de
Lesoto en estos dos largometrajes es el difícil acomodo de los dogmas
occidentales en las creencias ancestrales de un continente donde según todos
los antropólogos nació el ser humano. Dicha aldea, además, se denomina Nazaret,
que no fue donde nació, con arreglo a las Sagradas Escrituras, pero sí donde
creció Jesucristo.
La
tierra, en cambio, se nos ofrece como germen de vida, una virtualidad para la
existencia que se pretende secar con agua, valga el oxímoron.
La
anciana cuida primorosamente al enterrador agonizante, pues quiere que
sobreviva para que cave su (de ella) fosa. De hecho, la razón por la que Mantoa
se niega a dejar esas tierras es porque en ella están enterrados los muertos
desde que la aldea es aldea, incluidos los que cayeron en las guerras
anticoloniales. Muertos que nos hablan y vientres ya inertes: por ello, así
como por lo argumentado en los párrafos anteriores, no me parece aventurado
sostener que Mantoa es África, alegoría pura de un continente al que se le ha
privado incluso de derecho de llorar a quienes les precedieron. De la misma
manera, por ejemplo, por traer otro símil de la literatura hispanoamericana,
Alejandra es Argentina en la novela de Ernesto Sábato Sobre héroes y tumbas, un contexto legendario y luctuoso que, ya lo
hemos mencionado, constituye la idea central de This Is Not a Burial, I’ts a Resurrection.
La
conclusión, por lo tanto, no puede ser más evidente: compartimos con Ferreri la
afirmación de que el futuro es mujer, pero si no hay principio, si la
maternidad se seca, difícilmente habrá futuro. Poco porvenir espera a una sociedad
que se desarraiga hasta el extremo de perder sus mismísimos orígenes.
Francisco Javier Rodríguez Barranco
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